
Te he visto, con los ojos vendados
y el corazón envuelto en melodías de silencio.
Pero no te conozco, te admiro,
y acaso sólo te presiento.
He pisado el rastro templado de tus huellas,
el espacio que habitas, respirado tus poemas
y la inmateria de tus cuadros,
habitados de ti y tus seres inmortales.
He visto pasar a lo lejos tu alma de alas heridas,
su reflejo en un espejo de aguas azules:
es un ave que habita en el mar
encerrada en el laberinto de una caracola.
Tu reflejo, y el color de tus poemas, es lo que me llevo
sangre azul, verde, violeta…
derramada sobre cuatro esquinas
bajo cristales mojados de sueños.
Esa llave que arrojaste al mar
hoy sirve de amuleto a las caracolas.
A la gran caracola azul, con afecto.
(C.M. Dedicado al pintor Daniel Escolano)